En el desarrollo de la planificación pueden considerarse distintas formas de abordarla. Estos enfoques pueden considerarse en función de los distintos entornos en los que nos podemos encontrar.

La planificación normativa 

La planificación normativa sería adecuada en los entornos más estables. Contempla procedimientos que han sido fijados previamente con objeto de generar un orden que facilita la estandarización, de forma que puede ser controlado y monitorizado en todos los puntos de proceso.

La pretensión consiste en conocer que acciones nos conducirán a ciertas metas y cuales nos conducirán a otras, los tiempos necesarios para alcanzar cada una de ellas y el tiempo necesario para terminar todo lo planificado.

Por tanto, la planificación normativa es un proceso establecido a nivel de la alta dirección y prepara al resto de la organización para la toma de decisiones a través de la planificación.

Planificación situacional

Esta forma de planificación parte del establecimiento de la situación deseable a alcanzar. Ese tipo de planificación nos va a permitir llegar a esta situación a través del establecimiento de una estrategia adaptada a ella. Este tipo de planificación debe ser entendida como el intento de un cambio de paradigma dentro de la organización, las acciones planificadas son las que nos permitirán el cambio de situación.

La planificación situacional debe contemplar todas las partes que intervienen, ya sea de forma directa o indirecta y toda la influencia que pueden generar para alcanzar o no la situación hacia la que nos queremos dirigir. 

Podemos considerar como las características de este tipo de planificación:

  • El intercambio activo que permite considerar en el mismo plano a las personas que planifican y a los objetivos planificados.
  • El establecimiento de la planificación se basa en los hechos coyunturales en los que se encuentran los intervinientes.
  • La predicción de las distintas situaciones intermedias y finales.

Este tipo de planificación plantea como el proceso de planificación es parte de la realidad en la que la organización se encuentra y responsables directos del cambio deseable. Esto viene a suponer que todas las partes que influyen en el proceso deben ser consideradas, como partes responsables de alcanzar un compromiso que facilite el proceso y ejecución del plan.